Historia de la medicina by Pedro Laín Entralgo

Historia de la medicina by Pedro Laín Entralgo

autor:Pedro Laín Entralgo [Laín Entralgo, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia, Medicina
editor: ePubLibre
publicado: 1978-01-01T00:00:00+00:00


Como reiteradamente acabo de decir, la estequiología de Haller —⁠y, en general, la de casi todo el siglo XVIII⁠— fue a la vez fibrilarista y vitalista. Las fibras anatómicas y visibles, formadas por la yuxtaposición paralela de las invisibles y en verdad «elementales» fibras que la imaginación racional del hombre de ciencia hipotéticamente debe admitir, piensa Haller, se hallarían compuestas de gluten (jalea animal, mezcla íntima de aceite y agua), tierra, hierro y aire. Habría, por otra parte, tres géneros de tales fibras anatómicas, la muscular, la nerviosa y la conjuntiva o «celulosa» (la trama del que nosotros llamamos «tejido celular subcutáneo» y la porción más importante de las membranas, los vasos, las vísceras y las glándulas conglobadas). Tales fibras se hallarían dotadas de dos propiedades elementales: una mecánica, elástica, y otra «ingénita, esencial o propia» —⁠Haller no emplea todavía la expresión vis vitalis o «fuerza vital», pero de ella está hablando⁠— cuyas dos manifestaciones específicas serían la «sensibilidad», en el caso de las fibras nerviosas, y la «irritabilidad», término que precisa y depura el glissoniano, en el de las fibras musculares. Pronto veremos la entera significación funcional de estas nociones estequiológicas.

3. Todavía a comienzos del siglo XIX (Ernst Plattner, Ignaz Döllinger, Georg Prochaska) persistía en bastantes médicos y biólogos la concepción fibrilar de la estequiología. Pero el empleo habitual del microscopio (ya acromático a finales del siglo XVIII, por obra de J. y H. van Deyl) hizo ver y pensar a Caspar Friedrich Wolff (1734-1794) que los elementos constitutivos de las partes sólidas del organismo no son las fibras, sino los «glóbulos», los cuales, reuniéndose entre sí, formarían vesículas y membranas: un primer paso hacia la ya próxima «teoría celular». Estos glóbulos serían los más inmediatos portadores de la «fuerza esencial» (vis essentialis) que desde el seno mismo de la materia viva, específicamente propia de ella, impulsa y rige los fenómenos vitales de la nutrición y el crecimiento. No se halla muy distante de esta estequiología globular-vitalista de C. Fr. Wolff la doctrina de las «moléculas vivientes» de Buffon (1707-1788), partículas elementales dispersas en el universo y constituyentes de los seres vivos; idea biológica seguramente suscitada por la sugestión intelectual de la monadología filosófica de Leibniz. En la misma línea conceptual —⁠una estequiología todavía vitalista, pero ya no fibrilarista⁠— es preciso situar la descripción de un «tejido» anatómico continuo y fundamental (el tissu muqueux ou conjonctif) de Théophile de Bordeu (1722-1776), a quien más tarde hemos de estudiar como destacado patólogo del vitalismo francés, la noción de «membrana» como elemental estructura anatómico-funcional, de Philippe Pinel (1755-1826), y el concepto vitalista y sensualista del «tejido» de Bichat; pero, más que el fin de una época en extinción, aunque en cierto modo lo fuera, Bichat es el iniciador de una época nueva, y como tal aparecerá en páginas ulteriores.

4. Desde sus creadores hasta Haller, secuaz también del preformacionismo, la embriología preformacionista profesa una biología a la vez mecánica y vitalista; más de una vez lo hemos hecho notar. Pero durante la



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